El castigo de la abeja
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Cuando Dios creó el mundo, le dio a la abeja una grandísima cualidad: - Sabrás hacer una miel exquisita, que será la alegría de los niños y de los mayores; más dulce que el azúcar todavía. Pero la abeja, al verse tan chiquita y como era tan desconfiada, repuso: - Pero Dios, estoy indefensa, tan pequeña y sin ningún arma que me defienda. ¿No podrías darme algo que hiciese daño, para que nadie se meta conmigo? Entonces Dios, enfadado, le contestó: -¿Quieres un arma? Pues la tendrás; ponte este aguijón venenoso con el que picar. Pero te advierto una cosa: en tu mala idea llevarás el castigo, pues el día en que piques a alguien, morirás. Y así es; cuando la abeja pica, pierde el aguijón y muere sin remedio. Este fue el castigo a su desconfianza. |