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En una casa vivían un niño, sus padres y el abuelo. Un día el abuelo rompió su plato, pues las manos le temblaban y era un poquito torpe. Entonces sus hijos le dieron una escudilla de madera y una cuchara de palo para que comiera sin romperlo. El pobre abuelo lo sintió mucho, pero no dijo nada. A los pocos días vieron los padres que su niño tallaba un pedazo de madera y le preguntaron qué hacía. - Hago un plato de madera para cuando vosotros seáis viejos y os tiemblen las manos - contestó el pequeño. Rápidamente entendieron los padres su falta de caridad, y dieron al abuelo su antiguo plato de loza. - Aunque lo rompa, abuelo, no se preocupe que hay más - le dijeron. El abuelo lloró de alegría y el niño tiró el palo a la lumbre. Y nadie volvió a faltar al respeto al anciano. |